Nerva, al igual que la inmensa mayoría de los
municipios de la provincia de Huelva ha conmemorado el Día Internacional contra
la Violencia hacia las mujeres con la lectura de varios manifiestos en voz de
las representantes de diferentes asociaciones y colectivos locales y una
ponencia de la técnica responsable del Área de Políticas de Igualdad y
Bienestar Social de la Diputación Provincial de Huelva. En el acto ha estado
presente el alcalde de la localidad minera, Domingo Domínguez y la Diputada
Territorial de la Cuenca Minera, Susana Rivas.
Precisamente, el organismo supramunicipal quiere
ser un espacio de trabajo ágil y eficaz de colaboración con los municipios en
su compromiso con la igualdad y la lucha contra la violencia hacia las mujeres,
convirtiéndose en un referente para todos los Ayuntamientos.
En una declaración
institucional, firmada por los tres grupos políticos con representación en la
Diputación de Huelva, se solicita, entre otras cuestiones, adoptar un
compromiso decidido y constante en el diseño e implementación de políticas que,
de una manera directa o transversalmente, posibilite la erradicación de este
tipo de violencia; integrar, desde un enfoque interdisciplinar, una visión
orientada a la igualdad real y al fortalecimiento de las mujeres que se
traduzca en medidas y líneas de apoyo a los entes municipales para el
desarrollo de acciones que persigan este fin; planificar estrategias que
prioricen la sensibilización a toda la ciudadanía como medio de prevención; y
expresar la voluntad de rentabilizar socialmente los recursos destinados a
asistir a las víctimas de la violencia de género a través de la coordinación,
con el fin de efectuar una mejora continua de las actuaciones.
Y todo ello, “con la finalidad de hacer de nuestros
pueblos y ciudades lugares más seguros para toda la ciudadanía, ofreciendo a
mujeres y hombres, a niñas y niños, espacios y relaciones donde primen valores
como la justicia y la igualdad”.
En la Declaración se asegura que “este año ha sido
especialmente doloroso porque esta violencia que busca dañar a la mujer, se ha
ensañado particularmente con otras víctimas, inocentes también, pero mucho más
vulnerables: sus hijos e hijas, que como víctimas directas e indirectas sufren
la violencia de género. Hemos vivido con especial consternación la muerte de
menores a manos de su padre, pero también hemos visto como se convierten en
testigos de las agresiones y de los asesinatos que tienen como víctimas a sus
madres. No podemos volver la espalda a las graves consecuencias que puede tener
en los niños, las niñas y en la adolescencia, el estar expuestos a la conducta
violenta de un agresor de género en su propio hogar, que puede ser el padre
biológico o el compañero sentimental de la madre”.
Además, se añade en la Declaración, “la realidad
nos exige volver a centrar la mirada en las adolescentes y jóvenes de nuestro
entorno, porque es necesario que aprendan a reconocer la violencia en sus
formas más sutiles, naturalizadas y asumidas socialmente y, así, ser menos
vulnerables frente a ella. Por eso debemos poner el foco de atención sobre esa
violencia simbólica, suave, insidiosa y casi imperceptible, sobre la que se
construye la identidad de las mujeres y que permite y hace posible la violencia
contra éstas”.
Sin embargo, finaliza la Declaración, “la violencia
contra las mujeres no debe entenderse como un problema de las mujeres sino como
el mayor exponente de la desigualdad entre mujeres y hombres derivado de una
cultura masculina-patriarcal que propicia y tolera el ejercicio de esta
violencia. Por lo tanto, es imprescindible, por un lado, derivar hacia una
sociedad cimentada en la Igualdad de Mujeres y Hombres y por otro, comprometer
a los hombres, junto con las mujeres, en las estrategias contra los malos
tratos, en la lucha por la erradicación de la violencia en sus diferentes
manifestaciones”.
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